fútbol tras el horror

El ser humano no deja de ser un compuesto de carbono y otros minerales, pero con sus pequeñas y grandes historias nunca dejará de sorprenderme, aunque nunca sé hasta qué punto es siempre para bien. El otro día estaba escribiendo en el otro blog (viva la autopublicidad) una pequeña entrada sobre el fútbol en el Sarre, en el pequeño periodo en que fue una región más o menos independiente. Nada fuera de lo normal si no fuera por una cuestión de fechas: la federación de fútbol del Sarre fue creada en 1948, sólo tres años después de la guerra. En el año 46 ya estaba rodando el balón por Inglaterra y también en Francia, una Francia que quizás no quedó tan devastada como Alemania, pero que también sufrió el rigor de la ocupación y la destrucción de cualquier nexo de confianza entre sus ciudadanos.
Sí, pocos años o incluso meses después del mayor horror que sufrió Europa y el mundo, cuando todavía no había terminado el duelo por decenas de millones de personas, al poco de descubrirse el inconcebible terror de Treblinka, Mauthausen, Dachau y otros campos donde se perdió cualquier atisbo de humanidad; meses después de aniquilamientos por las más vergonzosas razones, de bombardeos incesantes contra zonas civiles y ciudades arrasadas, cuando todavía era aguda la miseria, el hambre y la desconfianza; sólo unos meses después del horror, el balón volvió a ser pateado como movido por un impulso juvenil.
¿Era posible escribir después de Auschwitz? La pregunta no tenía una respuesta muy clara en los años 40 y 50, pero parece evidente que sí era posible volver a soñar con el fútbol. Y no sé si, en ese contexto donde gran parte de la dignidad humana había muerto, éste fue el acto de banalidad más grande que se ha visto o una nueva prueba de la increíble capacidad del ser humano de volver a creer en algo.

En la foto, el Liverpool 46/47, primer campeón inglés tras la II Guerra Mundial