miércoles, 1 de diciembre de 2010

pequeños

Artículo publicado en Café fútbol

Tienes suerte, seguidor de un grande. Podrás probar el sabor del triunfo y empacharte de él año tras año. Podrás compartir la alegría de la victoria, alegría que se repetirá prácticamente todas las semanas, al lado de muchísima gente que estará siempre contigo en todas las celebraciones. Tienes suerte, porque podrás disfrutar cada año de los mejores jugadores del mundo, que besan tu escudo y repiten, hasta hacérnoslo creer a todos, que llevar esa camiseta era su sueño desde pequeño. Tienes suerte, porque jamás te perderás un partido de tu equipo en directo, aunque sea el más intrascendente amistoso al otro lado del mundo. Los telediarios de los domingos abrirán con el resultado de tu club y no tendrás que buscar demasiado para saber cuántas veces estornudó en un entrenamiento el lateral izquierdo suplente. Tienes suerte, porque, allá donde vayas, por muchos océanos que cruces, siempre podrás hablar con un extraño sobre la marcha del equipo y nunca tendrás que dar muchas explicaciones sobre por qué declaraste tu amor a ese club.

Pero, aunque admiro tu suerte, no la envidio. Nunca llorarás la enésima derrota de tu equipo, ni en tu mente habrá espacio para albergar los sueños de un futuro imposible. Nunca te tocará soportar el tedio de partidos y temporadas en los que nunca pasa nada, ni se espera que pase; ni sentirás la rabia que supone una final o un ascenso perdidos, sabiendo que esa oportunidad quizás nunca se vuelva a repetir. Nunca sentirás la soledad del que siempre fracasa y las dudas que te carcomen por la noche sobre si vale la pena seguir a algo que no llegará a ninguna parte. No tendrás que llevar camisetas que se rasgan al segundo uso, pero que sientes como una segunda piel, ni te tocará padecer un frío infernal en un estadio sin techo del que nunca antes habías hablado. Tampoco sentirás ese orgullo que supone explicarle a un extraño en qué parte del mundo se encuentra tu club y las pequeñas glorias que has podido alcanzar junto a él. Nunca serás víctima de esa tonta ignorancia que supone volver a ilusionarte por tu equipo en verano cuando hace solo unos meses no te quedaban insultos por inventar contra la directiva, y puede que jamás comprendas que, a veces, "¡a segunda!", más que un cántico ofensivo, es un grito de celebración. Tienes suerte, seguidor de un grande, pero al final, nunca sabrás lo que es el amor verdadero, el que da todo y nada espera.

1 comentario:

  1. Muy buen post. Excelente forma de describir los sentimientos de los aficionados de un club "pequeño".

    Saludos desde rozandoelposte.blogspot.com

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