miércoles, 8 de diciembre de 2010

la muerte todo lo cambia

Contra interpretaciones de la historia que subrayan la importancia de las estructuras y que por poco saben predecir el destino que nos espera, la muerte nos encarga de recordar la fragilidad de toda obra humana. Hace un mes falleció por sorpresa el ex presidente argentino Néstor Kirchner, pateando el tablero del futuro político del país y frustrando la infinita sucesión en la presidencia (totalmente legal) de la pareja. Ahora, tan cerca de las elecciones de octubre, hay que barajar de nuevo las cartas y esperar cómo se reconfiguran las alianzas y cómo se mueven los antiguos anti kirchneristas.
Es lo que viene siendo el juego habitual en el interior del justicialismo siempre que desaparece la figura central, su macho alfa. Tras la muerte de Perón, la crisis, dictadura mediante, duró unos 15 años, hasta la irrupción de Menem; cuando el riojano debió hacerse un lado, el vacío en el peronismo fue aprovechado por la Alianza y sólo se recuperó el poder tras la debacle de esta y la crisis de 2001. Kirchner era uno de esos líderes fuertes que parece necesitar el partido. Con razón o no, contaba con la legitimidad de haber estado al mando en la recuperación posterior a 2002 y con la que le otorgaba también su política de derechos humanos. Habría que discutir si esa política tiene más de apropiación interesada que de otra cosa, pero hoy en día, el debate en ese sentido no admite muchas discusiones... literalmente.
Kirchner, sin cargo en el estado, era, a pesar de ello la pata imprescindible en el tándem matrimonial en el poder. Ninguna decisión sobre economía, ni sobre el partido (del cual era el titular) era tomada sin consultar a Néstor, que descargaba de estas funciones a Cristina Fernández y que era el encargado de amonestar y castigar a quienes se pasaban de díscolos. En ese sentido, los perfiles de ambas partes de la pareja se complementaban, aportando uno lo que al otro le faltaba.

Ahora habrá que ver cómo se recompone este enorme vacío que se abre con esta muerte inesperada. Lejos de debilitar a Cristina, puede ser su gran oportunidad para juntar sus líneas, aprovechando el enorme apoyo que se pudo observar durante los días de luto (otra cosa es que ese capital político aguante hasta octubre). Esa interpretación se fortalece teniendo en cuenta que el elemento que de verdad unía a la heterogénea oposición (el único se podría decir) era el propio rechazo a la figura de Néstor Kirchner.
Como se ha demostrado en otras ocasiones, no es buen negocio salirse del cobijo del Partido Justicialista, al menos si se quiere ganar una elección general o si se quiere tener controlado el país. No es la primera y la última vez que aparecen grupos peronistas opuestos al justicialismo oficial, pero la historia dicta que estos grupos vuelven al gran redil una vez que finaliza el periodo convulso (o acaban engrosando filas de un partido minoritario). Habrá que ver cómo finaliza esta reconfiguración en el peronismo, algo que afecta a la totalidad del sistema político argentino. De momento, gente importante como Reutemann o Scioli ya han realizado algunos gestos. Con la paralización que supone un Congreso en empate, será lo más divertido que ocurra en el panorama político argentino hasta la llegada de las elecciones.

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