jueves, 11 de marzo de 2010

onces de marzo

Otro 11 de marzo. Creo que ningún español olvidará nunca lo que vivió y sintió aquel día de 2004. Yo recuerdo el silencio y la quietud con la que se movía todo en la calle, como si la ciudad se hubiera detenido. Apenas bastaba cruzar una mirada para decirlo todo, como si de repente todos estuviéramos unidos por una especie de sentimiento común. Quizás ese sentimiento de solidaridad siempre estuvo y está ahí, pero la desgracia y el horror lo hizo visible. Recuerdo algunas discusiones en clase sobre los autores del atentado (en aquellos momentos muchos pensaban que había sido ETA) y sobre si había que continuar como si nada o parar de inmediato cualquier actividad. Pero, ante todo, silencio y una sensación de herida compartida.

Argentina también tuvo un 11 de marzo clave, pero en 1973. Fue un día contradictorio, si se le ve desde una perspectiva más amplia, un día de fiesta, de un ruido y un bullicio totalmente en contraste con el marzo español, pero a la vez fue también el preludio de una tormenta. El 11 de marzo del 73 fue la fecha de la celebración de las primeras elecciones después de una larga dictadura (una más) iniciada en 1966 y la victoria, cantada, se la llevó el candidato justicialista, Héctor Cámpora. Eran años de una efervescencia política y social nunca vista, en el que la militancia política, para los jóvenes, mayoritarimane peronistas, era casi la única forma de vida posible. Parecía abrirse un futuro esplendoroso, con lo que se llamó la primavera camporista, pero la joven democracia apenas duró tres años; tres años en los que se pasó de cantar a los militares se van, se van y nunca volverán a la más sanguinaria y carnicera dictadura que sufrió el país. Por el camino, muchos errores, muchos responsables y mucha sangre. En la memoria peronista, sobre todo en los sectores más a la izquierda, el 11 de marzo ha quedado, sin embargo, como una fecha a celebrar y recordar. Y es bueno que así sea, si se tiene en cuenta que se conmemora el alumbramiento de una experiencia democrática; pero no estaría mal dedicar parte de ese día para reflexionar por la responsabilidad que a todos cupo (a unos más, a otros menos, pero nadie quedó indemne) en la frustración de aquella primavera.

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