sábado, 10 de mayo de 2008

chimo is a kopite


El pasado miércoles hice una cosa que yo (y cualquier futbolero que se precie) debía cumplir en la vida, al menos una vez: ver un partido de fútbol desde The Kop, la grada más mítica del estadio más mítico, Anfield, el fondo sur en el que se amontonan los más apasionados seguidores del Liverpool. Vamos, que lo más de lo más en cuestión de aficionados, algo así como La Meca, el Louvre o el mesón de Cándido para los amantes del cochinillo.
Claro que no fue tan perfecto como uno podría imaginar en un principio y no porque el mito estuviera por encima de la realidad. El problema es que conseguir una entrada para ver a los reds en su campo está más complicado que lograr una entrevista con el Papa con indulgencia plenaria incluida. Y no hablemos ya si tenemos en cuenta que la temporada está a punto de acabar.
Por suerte y por casualidad, el miércoles se disputaba en Anfield un partido menor: la finalísima de la liga de reservas inglesa (algo así como la liga de filiales, que tienen una competición aparte), que disputarían el Liverpool (Reserva) y el Aston Villa de Birmingham (Reserva). Como quiera que la afición red ya tiene bastante con seguir a su equipo principal y que el partido tampoco movilizó a las hordas de turistas futboleros que acaparan los pocos asientos libres que suelen quedar, conseguir una entrada para The Kop fue sencillo (y barato, 5 libras, que aquí no te dan ni para un bocadillo y muy bien organizado: si la compras con antelación, la entrada lleva hasta tu nombre, en mi caso, Joaquín Vaeza (?)).
Fue una pena que el estadio apenas se llenara (parece que sólo fueron 7580 espectadores de casi 40000 que caben) y que los rivales no fueran lo máximo (el partido en sí fue entretenido), pero The Kop tuvo una buena entrada (casi la mitad) y era muy simpático ver cómo ese fondo ocupado normalmente por grandes y rudos tipos que gritan sin parar ahora estaba lleno de familias con niños pequeños.
A pesar de ser un fondo, está tan inclinado y tan alto que el fútbol se ve perfectamente y es realmente impactante ver cómo se extiende la grada más y más arriba sin interrupción hasta un lugar oscuro en el que se junta con el techo. Esa rotundidad se consigue gracias a que la grada se construyó en un único y continuo nivel, que ni siquiera es interrumpido por pasillos intermedios (es curioso, pero el único desplazamiento horizontal permitido consiste en salir por un vomitorio y caminar por los pasillos que hay debajo de las gradas y volver a entrar por otro vomitorio). La única pega es que los asientos son pequeños y muy pegados al de delante (con lo que no sabes dónde meter las piernas), pero siempre sirve para intimar con la gente.
Al unir a tanta gente en un espacio cerrado (el techo cubre toda la grada), la sensación que se producía cuando la gente cantaba era impresionante y debe ser estremecedora cuando el estadio está lleno y lo ocupan sus propietarios reales. Porque sonará a topicazo, pero ser un kopite es un verdadero estilo de vida.

Por cierto, ganó el Liverpool 3-0 y hubo gran regocijo. La crónica (en breve) en 5-3-2.

1 comentario:

  1. Tiene que ser bestial en un partido de verdad, como un partido Liverpool-Madrid o Liverpool-United... Impresionante en champions segun tengo entendido

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