miércoles, 12 de diciembre de 2007
las callecitas de buenos aires
Según un tango que nunca escuché: las callecitas de Buenos Aires tienen ese qué se yo, ¿viste?*. Décadas después de ser compuesto, todavía se mantenía la duda sobre ese "qué se yo" de las calles porteñas; pero hoy, tras casi un lustro de estudio, varios años de lectura y algunos meses de observación directa, puedo ya ofrecer por fin qué se esconde detrás de todo esto.
Al parecer, para que el Gobierno de la Ciudad otorgue el visto bueno a una de sus calles, además de las típicas aceras, semáforos**, mobiliario urbano y cosas por el estilo, no pueden faltar nunca tres elementos.
En primer lugar, una pizzería, que se puede complementar con una empanadillería o con una fábrica de pastas artesanales. Es algo impresionante, no se puede pasear más de 300 metros sin encontrar al menos una. Como pizzero empedernido, disfrutaba al máximo con esta situación, siempre sorprendido de la increíble demanda pizzeril que debe haber para soportar una oferta tan enorme. Y un dato más: todas tienen servicio a domicilio. En realidad, el servicio delivery (como se conoce allí) es posiblemente el motor de la economía argentina, ya que cualquier cosa imaginable (comida, helados, películas, perros -sí, hay paseadores de perros y a mí me habría gustado ser-) es susceptible de ser enviada a tu casa.
En segundo lugar, en una calle argentina no puede faltar una lavandería. No sé por qué casi ningún hogar argentino cuenta con una lavadora, pero en su defecto abundan hasta el hartazgo estos centros de lavado rápido (en unas horas puedes recoger tu ropa) y precio módico (unos 3 euros por bolsa de ropa) que dejan tus prendas limpias, planchadas y fumigadas con un extraño y aromático líquido. Las más genuinas están regentadas por coreanos (o japoneses, nunca lo tuve claro)***, pero últimamente se reproducen agresivamente los Laveraps.
Y en tercer lugar (y seguramente lo más importante): nunca, jamás se puede encontrar una calle porteña sin un kiosco. Incluso más, es un elemento que casi no puede faltar en cada manzana o cuadra. Pero hay una diferencia. Si en España los kioscos venden principalmente prensa, en Argentina los kioscos venden cualquier cosa imaginable excepto prensa. Y cualquier cosa imaginable es literal: chucherías, alfajores (los Jorgito son típicos, pero hay ya webs especializadas) y todo tipo de bombones, caramelos y bollitos, material fungible, agua, papel de tabaco, bebidas ligeramente carbonatadas, bolígrafos, artículos de equipos de fútbol (banderines, pins, bufandas, ...), recargas de celulares, pegamento, líquido de frenos,... Los más boyantes ofrecen incluso servicio de locutorio y cibercafé. En realidad, los kioscos (desgraciadamente abundantes a raíz de la crisis del 2001) ofrecen un servicio importantísimo a la nación argentina, pues sus habitantes no pueden sobrevivir sin ingerir un alfajor cada media hora (por eso, quizás están abiertos hasta altas horas de la noche).
Así que esos tres elementos son los que más se repiten en el paisaje de las callecitas de Buenos Aires. No he mencionado las numerosas parrilas, ni los infinitos supermercados chinos (como en todo el mundo, pero distinguibles por tener un pórtico de madera nada más entrar), ni los numerosos estadios; pero los comentados ofrecen bastantes pistas sobre en qué gastan la mayor parte de su tiempo los argentinos: en comer y en lavar su ropa.
*El tango nunca pudo ser escuchado porque en realidad su letra habla de las tardecitas, no las callecitas.
**Hay que tener cuidado con los semáforos, ya que no se colocan como aquí, justo donde para el primer coche, sino en la esquina siguiente. Así que un español despistado podría quedarse parado en mitad del cruce...
***Tampoco sé por qué es así, hay una especie de división internacional del trabajo: así, por ejemplo, los gallegos históricamente se han dedicado a abrir bares (y cerrarlos)
PD: Hoy debería estar volviendo de Madrid, después de ver el partido contra la Lazio. Desgraciadamente, no pudo ser y mi amigo Fer explica aquí por qué.
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@chimo dijo:
ResponderEliminarperros -sí, hay paseadores de perros y a mí me habría gustado ser-
¿te gustaria ser que?¿ser paseado, ser perro, ser paseador?
La cosa cambia segun se entienda...
es cierto, he sido más ambiguo que nicole kidman recitando la bhagavad gita. en realidad, lo que me habría gustado es ser paseador, aunque algunos perros no viven nada mal...
ResponderEliminarY algunos hijos de perra tampoco Chimo, eso es lo peor...
ResponderEliminarVaya mierda lo del partido, en serio. ¡Y encima hoy el Bernabéu cumple sesenta años!
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