viajes por fútbol 3: introducción a buenos aires

Una vez leí que Buenos Aires era una ciudad que se había ido construyendo desde la imitación y algo de eso hay: la mayoría de sus edificios pueden recordarte a las construcciones setenteras de cualquier ciudad del Mediterráneo, había (y sigue habiendo) algo de París en la elegante Recoleta, los bosques de Palermo pueden recordar a los parques ingleses llenos de verde, la Avenida de Mayo te teletransporta a la Gran Vía de Madrid (de hecho está repleto de bares con nombres y platos muy españoles) y hasta es posible encontrar un pedazo de Armenia también en las profundidades del barrio de Palermo. Quizás hay muchos Buenos Aires dentro de Buenos Aires y posiblemente por eso existe un número tan enorme de clubes en la ciudad, porque cada una de sus personalidades quiere tener un hueco en su fútbol.
Si no me equivoco, Montevideo es la ciudad con mayor número de estadios, pero la capital argentina no debe quedarle muy atrás. Intentar visitarlos todos puede ser una tarea realmente frustrante, al estilo de Hércules cuando le dio por matar a la hidra: cuando uno acaba con los estadios grandes y famosos de River, Boca, Racing y demás, se encuentra con otra capa de estadios medianos, como los de Ferro, Atlanta o Argentinos y a ésta sigue otra de estadios más chicos, como el de All Boys y a ésta le sigue otra de clubes sobre los que nunca pensaste oír hablar, como el Defensores de Belgrano o el Excursionistas. Y mejor no soñar con adentrarte en el Gran Buenos Aires y su provincia, porque entonces ya el número de clubes crece exponencialmente.

Pero a pesar de ser un viaje imposible, el intento merece del todo la pena. Como ya se ha dicho, viajar a través de la inmensa ciudad porteña es recorrer muchos mundos en una ciudad, sin salir de los márgenes del Río, el Riachuelo y la General Paz: desde el contradictorio barrio de La Boca, tan genuino y a la vez tan turístico, hasta la tranquila zona donde se ubica el Monumental, rodeado de parques y casas pequeñas (y alguna autopista...). Viajando desde el centro geográfico de la ciudad, en el pacífico barrio de Caballito, donde está la cancha de Ferro, hasta los extrarradios en los que se ubican los campos de Vélez o Huracán. Visitando enormes campos como el Nuevo Gasómetro (situado en una zona no muy halagüeña) o el Cilindro de Racing (técnicamente fuera de Buenos Aires) hasta otras que apenas superan los 5000 habitantes como la de All Boys. Viajando a pie, taxi, autobús (colectivo) o metro (subte), conociendo amigos que te saludan por llevar una chaqueta (remera) de Huracán o por hacerte fotos en un estadio del que piensan que nadie se puede interesar.

Recorrer Buenos Aires en busca de todos sus estadios se parece al camino que sigue todas las noches la Santa Compaña, porque nunca se acaba, porque es visitar todas las ciudades en una. Quizás, como le pasaba a Hércules, la única solución podría estar en el fuego, pero seguramente será más bonito contar por aquí alguna historia, alguna anécdota, alguna vivencia de cada una de esas canchas.