domingo, 27 de mayo de 2007

vallecas 2007



Ayer realicé uno de esos absurdos viajes futbolísticos que tanto me gustan y visité el último gran estadio de la capital que me faltaba por ver: el Teresa Rivero, del Rayo Vallecano (sí, como se puede observar, mi vida últimamente es poco emocionante si esto ha sido lo más importante que me ha pasado en estas semanas).
El partido en sí tenía un relativo encanto. El Rayo estaba a punto de clasificarse para el play-off de ascenso a 2ª, pero llevaba una racha de cuatro derrotas seguidas y la cosa se podía se podía complicar si perdía este último partido de la temporada, contra el todopoderoso CD Ourense. Para mi desgracia (ya que, viniendo de lejos, me podía quedar sin entrada), por la importancia del partido el club decidió poner precios populares (dos euros) y así llenar el estadio.
Pero por una vez en la vida tuve suerte: salí temprano de Salamanca (con la entrañable empresa autobusera Auto-Res), atravesé en seco los túneles de la M-30, llegué con adelanto a Madrid, los dos metros que había que coger llegaron extrañamente puntuales y así pude llegar a Vallecas a eso de las doce: curiosamente, el momento en el que los jugadores del Rayo se encontraban delante del estadio para subir al autobús y concentrarse en las horas previas al partido. Para mayor casualidad, Mariano Armentano, delantero argentino que jugó (y muy bien) en el Elche, es cliente del banco donde trabaja mi madre, así que pude saludarlo y tuve la suerte de que me regalara una bonita entrada. Me planteé revenderla duplicando o triplicando su precio de salida (con lo que habría tenido un beneficio de unos 4€), pero el valor simbólico de esta entrada era mucho mayor al de cualquier suma monetaria.
Ya por la tarde, el estadio, una vez dentro, me recordó mucho a los que había conocido en Argentina. No sé muy bien por qué: quizás por el sabor popular del equipo, por la estrechez de los asientos, por esa sensación de envejecimiento del hormigón de la estructura, por la humildad de los edificios que lo rodean o por Dios sabe qué. De lo que estoy seguro es de que disfruté mucho más que si hubiera ido al Bernabéu a ver el partido que se jugaba a la misma hora (posiblemente porque en el Real Madrid no tienen una mascota con forma de abeja).
Por cierto, el Rayo ganó 2-0 y se clasificó para las eliminatorias de ascenso y Armentano jugó los minutos finales del partido.

1 comentario:

  1. Pues no te habrás dado cuenta, pero que sepas que el riego del campo te está mojando la oreja en la foto.
    Y, la verdad, no te perdiste nada del partido del Madrid-Depor. Ya lo dice el axioma: "o Caparrós, o espectáculo".

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