la vida siempre te da otra oportunidad

Sostiene el gran Enric González que el fútbol no se parece a la vida. Como todas las grandes declaraciones, contiene algo de verdad y algo de simplificación. En efecto, el fútbol no es un reflejo fiel del mundo real, pero a veces se nos aparece como una excelente metáfora o una buena historia con moraleja. Al igual que las películas o los relatos, un partido es una historia autoconcluyente, con un principio y un final en tan sólo 90 minutos: nada hay en la vida, que suele presentarse como una sucesión de hechos sin mucho sentido, parecido a eso. Pero precisamente por esa concreción, el fútbol ofrece lecciones tan interesantes.
Todo esto viene a cuenta de la final de la Champions entre Liverpool y Milan. Futbolísticamente, en realidad, nos ofreció poco: será una final que pasará a la estadística pero no a la gran historia del fútbol y dudo mucho que mi generación cuente que pasó esta noche a sus nietos. Que el más destacado del Liverpool (equipo que sorprendentemente llevó el peso del partido en el primer tiempo) fuera el limitado Pennant ya dice mucho de cómo fue el partido. Que se decidiera por un gol de rebote y por otro tras un fallo masivo de la defensa inglesa, también.
Pero, por suerte, nos ofreció una bonita lección para la vida, aunque en la práctica pueda o no cumplirse: aquella que dice que a pesar de todos los errores que cometas en la vida (y en cierta manera, lo que pasó en Estambul en 2005 no dejó de ser un error en la mente milanista), siempre llegará una nueva oportunidad para enmendarlo.
El Milan aprovechó la ocasión y recuperó lo perdido. El Espanyol, hace una semana, no pudo hacerlo.

Por cierto, he conseguido escribir algo sobre la final sin usar la palabra Vendetta. Tiene más mérito de lo que parece...