sábado, 9 de octubre de 2010

carlin y pierni como metáfora de una argentina

El pasado martes aparecía en El País un artículo titulado Maradona como metáfora argentina, firmado por el gran John Carlin y el no tan conocido por mí Carlos Pierini, en el que realizaban una analogía entre Maradona y el peronismo y los derivados fracasos de Argentina como selección de fútbol y como nación: "Cuando -afirman- llevados por la fantasía se eligen directores técnicos o presidentes o sistemas de características populistas, autoritarios y antidemocráticos, con pocos pies sobre la tierra, el resultado inevitable es el fracaso".

No voy a valorar la labor de Maradona como director técnico, porque nunca lo he considerado un director técnico. Tampoco soy (ni lo seré, como se puede ver aquí o aquí) kirchnerista, ni peronista (ni ganaré nada apoyándoles), pero tachar a este gobierno de "autoritario y antidemocrático" me parece una afirmación demasiado contundente para lanzarla tan gratuitamente. Combatiendo la etiqueta fácil con otra, no recuerdo que el matrimonio haya llegado al poder mediante golpe de estado ni haciendo desaparecer a sus oponentes políticos... como no hace tanto ocurría en Argentina. Por supuesto que hay que debatir el grado de calidad de la democracia argentina, la debilidad de sus instituciones, criticar el estilo confrontativo y agresivo, rayano en la lógica de amigo/enemigo, de los Kirchner, valorar su gestión económica y los cosméticos a la inflación del Indec y qué hay detrás de proyectos como la ley de medios. Pero saltar ese debate y tachar sin más de autoritarismo al gobierno justicialista actual es, además de simplista, un flaco favor para la democracia argentina.

Hablan Carlin y Pierini de ilusiones y fantasía, pero en su relato se cuelan muchos de los tópicos y mitos del ideario conservador argentino (gorila, por así decirlo). Como aquél que dice que cuando llegó el peronismo se empezó a joder todo un país que había ido maravillosamente bien. Debatir sobre qué significó el justicialismo en la historia argentina daría para muchas, demasiadas, tesis doctorales, pero, sí, de nuevo es cierto que el peronismo cometió y comete grandes desastres para el país (la historia del gobierno 73-76 no deja de ser una tragedia protagonizada por bufones), pero atribuir todo lo negativo que le ha ocurrido al país a la autoría justicialista es de nuevo reduccionista: como si no hubieran pasado militares genocidas por la historia reciente argentina, como si la oposición radical hubiera sido un dechado de democracia, como si la sociedad toda no hubiera elegido y vuelto a elegir a Menem.

Pretenden Carlin y Pierini alertarnos sobre los peligros del pensamiento mítico, pero caen en uno muy peligroso, compartido tanto por argentinos como por los que estamos fuera: el del destino de grandeza de Argentina. Ese mito que, en versión chiste, dice que Dios dotó al país de los mejores recursos, de los mejores climas, de las mejores tierras,... pero que para compensar, lo llenó de argentinos. Un chiste con doble filo, porque ese horizonte de grandeza, imaginario, pero tantas veces repetido que se vuelve perfectamente visible, es el origen de muchas de las frustraciones y crímenes que ha sufrido Argentina en el último siglo. Quizás por ahí y no por Maradona habría que empezar a estudiar qué es lo que no funciona.

1 comentario:

  1. Excelente, espero que lo hayas puesto en la página de coments del artículo, en el país. G.

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