lunes, 6 de septiembre de 2010

la guerra de papel


Argentina tiene muchos problemas, pero dos me parecen los más preocupantes para la convivencia y para el futuro de sus ciudadanos: el poco respeto a las leyes y normas (algo que, desgraciadamente, se puede rastrear desde las últimas décadas de su historia) y el maniqueísmo y la consiguiente falta de diálogo entre los rivales políticos y sociales. No serán problemas tan acuciantes como la pobreza o la inseguridad, pero, a largo plazo, son lastres igual de perjudiciales. Ambos problemas se entremezclan en el conflicto político más importante de estos días, el que envuelve a la polémica sobre la compra de Papel Prensa y que enfrenta al gobierno de Cristina Fernández con los principales medios argentinos el grupo Clarín y La Nación.

Caricaturizando el asunto, el gobierno acusa a dichos medios de haber comprado extorsivamente la empresa Papel Prensa, que, como su nombre indica, es la encargada del abastecimiento de la gran mayoría del papel de los diarios del país. Los hechos se produjeron en noviembre de 1976, en el contexto de la última dictadura argentina, y supuso el paso del control de las acciones de la empresa de la familia Graiver a los diarios Clarín, La Nación y La Razón (el diario La Razón ya desapareció y en el entramado actual del accionarado también participa el Estado argentino). De acuerdo con estos últimos, la venta se produjo de forma normal y transparente. De acuerdo con Fernández, basándose en las declaraciones de Lidia Papaleo (viuda de David Graiver, propietario de las acciones y muerto en accidente en 1976), la venta se produjo en medio de presiones y coacciones, que, de hecho, involucraban a los militares. Isidoro Graiver, hermano de David, retrucó con la versión contraria, argumentando que la venta se produjo en libertad, sin presiones y que fue beneficiosa para la familia. La historia se hace todavía más compleja si tenemos en cuenta que meses después del traspaso de las acciones, la familia Graiver fue detenida y sometida a torturas. Y adquiere ribetes todavía más retorcidos cuando se escarba en los vínculos que el financiero Graiver tenía tanto con militares como con la organización Montoneros.

Este conflicto, en realidad, no es un hecho aislado ni una tormenta de verano surgida de la nada, sino que forma parte de la guerra abierta entre los Kirchner y (principalmente) el grupo Clarín, que se comporta como lo más parecido hoy en día a una oposición unida. La lucha ya tuvo anteriores episodios con la cuestión de las retenciones al campo, los derechos del fútbol, la aprobación de la ley de medios y la identidad de los hijos de Ernestina de Noble, propietaria del diario, y no parece todavía haber un ganador claro.
¿A quién creer en esta compleja historia en la que, además, sus protagonistas son jueces y parte? Para unos está en juego la libertad frente a un gobierno cada vez más autoritario y chavista (las acusaciones, por supuesto, no son inocentes). Para otros se ha demostrado el vínculo entre los medios de comunicación (monopólicos, faltaría más) y el pasado golpista y dictatorial. En medio, la nada: sólo maniqueísmo y descalificaciones mutuas. Porque el juego político actual en Argentina no admite medias tintas ni ponderaciones: o estás a un lado o estás a otro y no hay diálogo posible. Y desde aquí, a miles de kilómetros, frente a valores tan altos como la libertad y la verdad uno sólo vislumbra intereses.


PD: Resulta, por lo demás, curioso o significativo que en un mundo con tantos medios de comunicación y disponibles en internet se dé una batalla tan grande por el control del papel.

1 comentario:

  1. Recuérdame un día que te hable de una empresa, a principios del siglo XX, llamada Papelera Española.
    M.

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