lunes, 31 de mayo de 2010

el fin de la huida hacia adelante de valverde


Después de un farragoso, alambicado y torturoso proceso, hoy, cuatro años después de que se destapara la Operación Puerto, el TAS (el Tribunal Arbitral de Deporte) ha extendido la sanción de dos años sin poder competir a Alejandro Valverde. Cuatro años, tres, en realidad, desde que empezaron las sospechas sobre el murciano, son demasiados para un asunto que, con voluntad, habría podido resolverse muy rápidamente. Ahora, sin embargo, el escenario es pésimo para Valverde: no sólo se le ha declarado culpable, sino que, por su edad (30), la sanción supone una especie de retirada adelantada, al menos del primerísimo nivel.
Podría haber seguido el camino de Ivan Basso, que acató (es un decir) la pena impuesta ante unas pruebas evidentes y tras pagar su deuda ha vuelto redimido para ganar el Giro de este año. Pero no fue el caso de un Valverde que se enzarzó en una huida hacia delante que estuvo a punto de salir bien por la negativa del juez instructor de la OP para que la sangre de la bolsa sospechosa fuera cotejada en Italia. Y, en el fondo, la cosa no ha salido tan mal: todas las carreras ganadas en los últimos años no han sido anuladas (y no es un botín menor: una Vuelta, dos Dauphinés, una Lieja, un par de etapas del Tour,...).

Personalmente, no tengo nada en contra de Valverde. Doping aparte, es uno de los mejores ciclistas que ha habido en España en los últimos años: su maestría en los finales que picaban ligeramente hacia arriba y su dominio de las carreras de una semana no tiene muchos equivalentes. Pero me molestan algunos de los tópicos que se usan para defenderlo.
Por suerte vivimos bajo un derecho garantista basado en la presunción de inocencia, pero no es cierto que se haya condenado a Valverde sin pruebas. En las bolsas de sangre que la Guardia Civil encontró en su redada contra Eufemiano Fuentes se encontró una con la etiqueta Valv.(Piti). No hay que ser muy inteligente para deducir que Valv. puede ser una abreviatura de Valverde, más aún cuando el susodicho tenía un perro llamado Piti. Pese a las evidencias (que sí, son sólo evidencias), el contenido de la bolsa no mereció mayor investigación. El asunto pudo haber quedado ahí si no fuera porque el CONI, el comité olímpico italiano, que tenía muestras de la sangre de Valverde tras una etapa del Tour, consiguió, tras una historia rocambolesca, hacerse con la famosa bolsa y compararla con la del sospechoso. Según los análisis del CONI, ambas coincidían. Valverde, en vez de terminar con el asunto accediendo al análisis, basó su defensa en aspectos formales y en las irregularidades a la hora de hacerse con la bolsa. El asunto, como se ve, es bastante complejo, mucho más que lo que se ha dicho en este párrafo; pero no es cierto que se haya condenado a Valverde sin pruebas sólidas y sin evidencias.

Como tampoco es cierto ese tópico chovinista de que todo se basa en una persecución italiana contra el mejor ciclista español. O caeremos en la contradicción de que los italianos se ensañaron contra los italianos (caso de Basso o Scarponi) y los alemanes contra los alemanes (caso de Ullrich). Si los italianos, con el procurador Ettore Torri, han sido los que se han lanzado en la acusación sobre Valverde es precisamente por el sospechoso carpetazo e inmovilismo que la investigación sobre la Operación Puerto se dio en España, en el que no han faltado bolsas desaparecidas, evidencias que nadie ha querido estudiar y obstáculos para la continuación del proceso. Tampoco hay que olvidar que el TAS, institución a la que recurrió Valverde tras la sanción del CONI, no es un organismo italiano, sino que tiene sede en Suiza y jurisdicción en todo el mundo. Pero, obviamente, en la edad de oro del deporte español no hay, ni habrá dopaje, por mucho que Madrid caiga como sede de los Juegos Olímpicos por la poca implicación de los españoles en la lucha contra el dopaje.

Quedan sólo dos pequeños asuntos generales. El problema del dopaje no es, principalmente, una cuestión ética; es, ante todo, un problema de salud, en el que se está poniendo en juego la vida de unas personas, hecho que, por otra parte, constituye ya un delito. Para los defensores de la barra libre y de que el espectáculo debe continuar, sólo hay que recordarles que, como todo en la vida, siempre habrá clases y que no todos podrán acceder a los mismos tratamientos, más allá, del riesgo para la salud que supone, por ejemplo, aplicarse un tratamiento como la EPO que sólo se usa en pequeñas dosis en enfermos de cáncer.
Hay también un problema moral, de credibilidad, que va minando la fe en este deporte y que, a la larga, le puede hacer desaparecer. Tendrá tiempo para pensar Valverde en estos dos años, pero estoy seguro de que seguirá empeñado en demostrar su total inocencia; como también estoy seguro de que ninguno de los ciclistas que quedó segundo en las pruebas que él ganó hará nada por reclamar su premio.

Y dicho esto, ojalá, Alejandro, vuelvas dentro de dos años con la cabeza bien alta, redimido y dispuesto a empezar de nuevo.

4 comentarios:

  1. Gran comentario Chimo,lo que duele especialmente es lo que dices al final del todo, que ningun segundo reclamara su premio...no hace falta decir nada mas.

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  2. Por cierto:

    http://www.as.com/ciclismo/articulo/ivan-gutierrez-defiende-valverde-mayor/dasclm/20100601dasdascic_1/Tes

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  3. Ale:

    http://www.as.com/ciclismo/articulo/perico-valverde-querian-cargar/dasclm/20100602dasdascic_1/Tes

    Casos hay, pero tampoco tan rimbombantes. En el ciclismo todo es muy susceptible y esto no ayuda a que el ciclista tenga interés en el público"

    ¿que quizo decir exactamente?

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  4. Al principio me negué a pensar en Valverde como un practicante del dopaje. Y me refiero al inicio de la OP, creyendo que las alusiones a Valverde venían de Francia (¡cuántas veces han acusado sin razón!) y que no le involucrarían en el asunto.
    Pero el paso del tiempo ha terminado confirmando los rumores y las pruebas hasta convertirlas en verdad. Una lástima por Balaverde, aunque de poco servirá ya que pida perdón o que busque desesperadamente una solución de última hora: le han retratado. A él y a muchos otros compañeros.

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