regresando una vez más

Como señaló Richard Nixon tras la resaca de la primera borrachera de su vida: "aquí estoy de nuevo con ustedes". De nuevo, tras pasar las mejores navidades de todo 2007 (y una de las mejores de la historia), aunque el haber hecho cosas tan diferentes y tan estancadas hace difícil un juicio global: la cosa empezó asistiendo a un Elche-Poli Ejido (victoria agónica, gol de Noel-Williams y ¡20 euros por un fondo!), a lo que siguió la infantable cita anual con la superempanadill (de nuevo, un éxito de crítica y público. Muy pronto habrá un especial sobre esta imparable -y absurda- tradición).
Pero, seguramente, estas navidades serán recordadas dentro de cuarenta años (si no fenezco antes, como marca mi destino de estrella de rock) como las del viaje a Aquisgrán (donde pasamos buena parte de nuestro tiempo esperando un autobús y bañándonos en unas termas a buena temperatura) y Maastricht (donde pasamos buena parte de nuestro tiempo riéndonos de la voz de Viggo Mortensen en Alatriste); dos ciudades que, como se verá, llevan el fútbol en la piel.
La Nochevieja, en un restaurante chino de Elche donde nos cobraron 34 euros por un poco de carne y unas gambitas revenidas fue de las peores de mi vida, pero fue tan mala que estuvo genial y nos pasamos la noche riéndonos de cómo habíamos acabado allí.
También (de casualidad y tras sobornar a un amigo) cumplí mi sueño de entrar en la Nueva Condomina (el día del Centenario del Murcia) y todavía ha dado tiempo para hacer un íntimo concierto de Incontinencia Materna (en mi casa y con dos personas de público) y regresar al mencionado chino para comprobar que fuera de Nochevieja ofrecen comida muy decente y a buen precio.
Ahora he vuelto a Salamanca, pero por muy poco tiempo. En unos días me esperan nuevas aventuras (y nuevas lecturas y trabajos sobre mi tema de estudio, que uno sigue con su tesis) allende los océanos.