domingo, 25 de marzo de 2007

madrid-leganés-salamanca


Es-pec-ta-cu-lar. Sólo así puedo definir este fin de semana en el que me lo he pasado mejor que Ian Pasley en un partido de cricket. Como se vio en el post anterior, este sábado fui a Madrid con la noble intención de ver el partido España-Dinamarca. La cosa, sin embargo, empezó preocupante, una vez llegado a la capital: se ve que mucha gente, más lista que yo, reservó con antelación el 90% de las plazas de hostales del centro de Madrid; así que estuve buscando sitio en más de diez hostales y pensiones hasta que pude encontrar algo. Pero, salvo este pequeño incidente, todo fue muy bien. Antes y después de comer me paseé por la Plaza Mayor, que había sido tomada por daneses de gran presencia y a eso de las 7 fui para el estadio Bernabéu que ya estaba atestado de gente.
Era la primera vez que veía un partido de España (salvo una vez, hace muchísimos años), así que quedé impresionado por el ambiente. Sobre el partido, poco puedo añadir que no se haya añadido: grandes goles, buena primera parte y nefasta segunda parte con cambios desacertados.

Tras la epopeya de regresar al centro de Madrid, que convirtió lo de Ulises en un paseo de Costa Cruceros, el domingo me levanté con un único objetivo: ir a la bellísima y muy noble ciudad de Leganés para presenciar el interesantísimo encuentro entre el Leganés y la Gimnástica de Torrelavega, en el estadio de Butarque (por cierto, la Gimnástica tiene la peña con el título más extraño que he conocido: los Orgasmos del Besaya [sic]). Después del partido (bien jugado por los pepineros), que acabó casi a las dos, realicé un maratón de actividades en un tiempo récord (apenas tres horas) que consistió en: atravesar Leganés a pie hasta la estación, regresar a Atocha, viajar hasta Sol, certificar que (siendo un domingo y por muy capital que sea Madrid) todas las tiendas están cerradas, acudir al fnac más cercano para comprar un regalo improvisado a mi novia Gaby, volver en metro a Lavapiés para encontrarme con mi buena amiga Cecilia, comer con ella en un restaurante hindú (aunque tengo mis sospechas, porque eran bengalíes y ésos son más musulmanes que otra cosa), certificar que no hay tiempo para ir en metro a la estación de autobuses, coger un taxi, pagarle al taxista el suplemento extra de no sé qué sin protestar y llegar justo a tiempo al bus de regreso a Salamanca.
Yo no sé si es por la sobredosis extra de fútbol, por los extraños condimentos de la comida hindú o simplemente porque puedo disfrutar de una hora más de sol por la tarde, pero soy feliz.

Por cierto, en estas fotos, ¿no parezco el tío del protagonista de Fraguel Rock cuando mandaba sus postales?

No hay comentarios:

Publicar un comentario

el blog de chimoeneas ©Template Blogger Green fue creada por Dicas Blogger.

TOPO