lunes, 13 de noviembre de 2006

del kun al pato

Free Image Hosting at www.ImageShack.usDespués de este fin de semana ya he cumplido dos de mis sueños: conocer el Calderón y conocer el Coliséum del Getafe (éstos eran sueños bien fáciles de cumplir, todavía queda el más importante: subir en bici el Tourmalet). En realidad, no fue algo tan fácil como cabría suponer. Veamos:
El sábado por la mañana salí de Salamanca hacia Madrid para ver el partido Atlético-Villarreal, que se jugaba a las ocho de la tarde. Hasta la llegada, todo fue bien (dejemos a un lado que, dado que no tenía muchos euros, sólo encontré sitio para pasar la noche en un hostal más sucio que Clint Eastwood de alcalde de Marbella). Sin embargo, a los de Metro de Madrid no se les ocurrió otra cosa que suspender la línea 5 (justo la única que se acerca al estadio). Así que tuve que recurrir a mis redes de inteligencia y contactos que habitan en Madrid para que me explicaran la mejor forma de llegar allí (gracias, Cecilia), que resultó ser el autobús 17.
Y, bueno, después de este problemilla, todo fue espectacular (salvo un poco de frío). El estadio Calderón les ha quedado bien bonito y, aunque el Villarreal no estuvo a la altura (aún así siempre es un gusto ver a Riquelme), el partido estuvo emocionante. Lo mejor de todo, cuando a poco del final el entrenador Aguirre decidió que entrara ese megacrack portugués y prodigio de la técnica llamado Costinha, en sustitución de un jugador oscuro, gris y falto de talento llamado Kun Agüero (que, misterios de la vida, había marcado un golazo). Mientras Agüero salía del campo, en el estadio reinaba la apatía y el silencio absoluto, pero casi se viene abajo cuando entró Costinha.

El domingo, el objetivo era ver el Getafe-Mallorca y esto fue algo más complicado (antes que nada, para que no me acusen de obseso del fútbol debo decir que por la mañana estuve en El Prado con sus Botticelli y todo). Tras abandonar la idea del MetroSur y de que me convencieran de que era mejor pillar un cercanías, cogí un tren que parecía que llevaba a Getafe. Y, en efecto, llevaba a Getafe, pero a la estación Getafe industrial. Así que me pasé de Getafe y acabé en Pinto (sin comentarios) y tuve que esperar media hora hasta que llegó el tren de regreso, que por su parte me llevó a otro pueblo llamado El Casar (por suerte vi por la ventanilla que estaba relativamente cerca del estadio).
En resumen, después de conocer un poquito mejor la geografía del Madrid meridional, llegué al estadio como un cuarto de hora tarde. Pero por lo demás, todo bien bonito. Pude cumplir mi sueño de ver a ese gran central llamado Ballesteros y comprobé que el Getafe tiene un equipo bien ordenadito que juega francamente bien, desde un porterazo como el Pato Abbondanzieri hasta un delantero llamado Manu del Moral (¿será muy fácil o muy difícil conseguir un equipo que juegue así con tan pocos recursos?).
En definitiva, un buen fin de semana.

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