No suelo ser muy crítico con las obras de arte. A fin de cuentas, son siempre una forma de expresión del autor en cuestión y cada uno se expresa a su manera. Pero mi relación con el Monumento a Víctor Manuel II de Roma es visceral. A gente como Aurelio y María, que me acompañaron en mi última visita, les gusta. A mí me parece prepotente, enorme, a destono con los ocres y los tonos pastel del resto de la ciudad. Y para colmo, tapa la vista del Foro y durante su construcción se destruyó gran parte de la colina Capitolio y su barrio medieval. Resumiéndolo en una palabra:
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Vale, es desproporcionado y se carga el conjunto histórico, pero yo tengo que admitir que (ya que está hecho) me gusta.
ResponderEliminarHala, ya lo dije. Y, por cierto, ¿no tendrías que haber mencionado a Alicia, que también estuvo en el viaje?