domingo, 26 de octubre de 2008

cristina, pensiones y descontrol


Dicen los que saben de política internacional que las personas (o, por lo menos, una clase especial de ellas) se dividen en fanáticas (las que hacen las cosas por puro convencimiento y no hay quien les mueva) o cínicas (aquéllas que realizan sus actos callando las verdaderas razones). Por supuesto, esos adjetivos tan fuertes se usan para hablar de dictadores y gente del estilo, pero en esencia se puede aplicar al común de las personas. Por ejemplo, no tengo claro si la acción de Cristina, que acaba de nacionalizar por sorpresa el sistema de pensiones argentino (técnicamente, ha eliminado los fondos privados de pensiones) entraría en una u otra categoría.
Se podría decir que, de acuerdo con su retórica nacionalista, antiimperialista y hasta revanchista respecto al sistema capitalista, Fernández ha actuado de acuerdo con sus convicciones y ha aprovechado el actual discurso contra lo privado para devolver al estado la gestión de las pensiones (y por mi parte, reconozco que era muy arriesgado dejar un tema tan importante en las volubles manos -invisbles o no- del mercado). Pero tampoco hay que ser muy conspirativo y paranoico para sospechar que Cristina ha actuado cínicamente y que, aprovechando la coyuntura, se ha apropiado de unos fondos que le vendrán bastante bien para capear la tormenta que se le avecina (por mucho que presumiera de la bonanza económica, la caída de los precios de la soja no tardará en llegar).
Elegir una u otra interpretación ya es cuestión de gusto. Lo cierto es que, tuviera la intención que tuviera, nos queda la lección que nos enseñan la mayoría de las crisis: que siempre existen consecuencias no buscadas, que siempre los planes bien meditados pueden llevarte a un final totalmente contrario a lo que soñabas. Porque lo único que ha conseguido Cristina es que, más allá de la posible justicia del contenido, sus malas formas hayan expandido el miedo a todo el mundo y hayan desplomado la bolsa argentina (y, de paso, la española). Porque, desgraciadamente, nadie puede controlar por sí mismo un sistema tan caótico y tan intrincado.

PD: ha sido irme yo de Argentina y empezar los problemas en serio... luego dicen que soy gafe...

5 comentarios:

  1. ¿Quien dice que eres Gafe? Quien se atrevera...

    Por otro lado, y siendo cinico, diria que mas arriesgado aun es dejar un tema tan importante en las volubles manos de dirigentes politicos populistas. O mejor dicho, no es arriesgado, es demencial...y el final, me temo, que sera el de siempre :-(

    O sea, si quien manda en un pais es alguien de absoluta confianza,moderado, integro, y demas, entonces, perfecto en dejar en sus manos mi dinero. Pero como eso en hispanoamerica es casi casi una utopia...mejor emigrar a Finlandia, vamos...

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  2. el problema es que en finlandia hace frío... y el fútbol es muy malo

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  3. hola Chimo

    ojalá la ciudadanía misma hubiera elegido ser solidario y ayudar con todos sus ahorros a los mayores entre nosotros

    martín: es cierto que es difícil confiar en nuestra dirigencia política pero, si vemos un poco nuestra historia, más difícil aún es creer en la buena voluntad de empresarios o grandes grupos económicos

    hay una tradición asesina en nuestro país que comienza aún antes de los militares y es la puerta de éstos
    (los propietarios de ingenios en el noroeste argentino desaparecían a los obreros que se indignaban ante las condiciones deplorables de trabajo y de vida que implica el negocio del azúcar y la zafra, y éste es sólo un ejemplo. Hoy, con los mismos intereses, los dueños dejan que trabajadores y habitantes aspiren los restos de la caña y sufran hasta morir de bagazosis)

    saludos!

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  4. Chimo, sí eres gafe. Tanto como mi amigo Tati, que empezó a currar en el ministerio y trajo la crisis.
    En cuanto a lo de Cristinita... hum, no conozco la situación argentina tan bien como tú, pero me da a mí que su sistema financiero no ha aprendido demasiado del corralito.

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  5. creo que lacónica da en el punto: desgraciadamente en argentina hay poca confianza en el otro, sea del estado o privado o lo que sea (y con la historia que han tenido, no es extraño). recuperar esa confianza, con tranquilidad, debería ser lo más importante

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