lunes, 25 de agosto de 2008

argentina 3.0


De nuevo, como cada agosto desde 2006, estoy en Buenos Aires. Ya puede parecer una tradición, una pulsión migratoria como la de la cerceta pardilla, pero siempre hace ilusión regresar a esta enorme ciudad que encierra algunos rincones familiares. Empezó bien todo: no hubo retrasos en el vuelo, ni extravío de maletas y ni siquiera la señora mayor que me tocó de acompañante se puso muy pesada en su conversación. Quizás todo eso tenga un sentido de despedida feliz, porque, si todo va bien, ésta, la tercera, será mi última visita a Argentina (al menos, por razones doctorales, porque por cualquier otro motivo siempre será bueno regresar).

Vuelvo a Buenos Aires y la encuentro como siempre, con sus calles trazadas matemáticamente, sus bloques de edificios blancos y su aire cargado de humedad. Quizás la veo ligeramente mejor económicamente: los restaurantes lucen más elegantes, algunos antiguos kioscos se han transformado en tiendas más frívolas o de lujo y los gatos de la Biblioteca Nacional tienen serios problemas para caminar. Pero supongo que ese pequeño repunte económico no querrá decir mucho para gente que se ríe de la desgracia del colega Sísifo y que está harta de resucitar y volver a caer.

En esta ocasión me quedo dos meses (hasta mediados de octubre, salvo que sea sorprendentemente fichado como lateral por Chacarita Juniors), en una piso entre las calles Mansilla y Laprida (zona elegante, habitación separada de salón, lavadora propia: yo también voy prosperando). Mi misión oficial es encontrar información sobre el peronismo de los años 80 y los pequeños grupos de su izquierda que sobrevivieron a la dictadura. Pero, como en la anterior edición, tengo que cumplir otros objetivos paralelos y oficiosos. Entre ellos: hacerme socio de un equipo de fútbol (admito sugerencias), subirme a un Buquebus, visitar Venado Tuerto, conocer un mínimo de diez colectivos (autobuses) que pasen cerca de mi casa y, por último, pero no por ello menos importante, convertirme en capo de la barrabrava de Deportivo Armenio. Creo que lo lograré.

4 comentarios:

  1. Ay, Chimo, Chimo, que en cuanto nos descuidamos te vas a hacer las Américas a lo Rocío Dúrcal... espero al menos que no cantes rancheras, corridos, tangos ni nada que se le parezca.
    En cuanto a tu lista de deseos, yo propongo que te hagas socio del Villanovense. Sé que no está en Buenos Aires, pero en mi pueblo te lo agradecerán y quizás hasta te regalen una camiseta para la colección.

    PD: ya estamos instalados en el nuevo piso, pendiente de denominación oficial.

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  2. Por cierto, aunque no estés demasiado operativo, te he hecho entrega de un premio en Algún día, por si te apetece pasarte a recogerlo vestido con tus mejores galas.
    Y va a haber becarios nuevos, me cuentan.

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  3. Hombre, lo de socio esta claro, el Sacachispas.

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  4. hola a todos!
    fer: lo del villanovense tira, pero debe ser caro, no? y para las veces que voy por allí...
    hablando de cantantes que hicieron las américas, ayer vi un cartel de un concierto de dyango que se anunciaba como... ¡número 1 en españa! (sí, en el 74 quizás)
    más importante que el nuevo piso, ¿hay ya sede social -es decir, bar- oficial para seguir las andanzas del madrí y resto de equipos?


    martín:
    si me pagas guardaespaldas para llegar al campo del sacachispas, me hago socio :)
    eso sí, el otro día paseando por corrientes y en un kiosco me encontré un banderín (y grande) de este mítico equipo... debería comprarlo, que se lo quitan de las manos...

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