lunes, 7 de julio de 2008

una etapa llana


Definitivamente, no tienen la épica de las etapas de montaña, ni en ellas se establecen grandes diferencias para la general; es más, muchos las utilizan para acelerar las siestas de verano, pero a mí me gustan las etapas llanas. Son estrategia pura, donde casi siempre es más importante pensar bien que pedalear más rápido. Son un ajedrez en el que las piezas de vez en cuando fallan y no consiguen hacer el movimiento esperado por agotamiento o porque les corta una caída o un pinchazo inoportuno.
Las situaciones estratégicas son aquéllas en las que tu decisión depende de la que haga tu compañero y rival en el juego. Y en más de 200 kilómetros las decisiones se multiplican hasta el infinito: hay que conocer las fuerzas propias y ajenas, programar los puntos de ataque, saber cuándo tirar y cuándo no.
Las decisiones para unos escapados son todavía más difíciles. En primer lugar, hay que pensar en escaparse, cuando está claro, racionalmente, que las posibilidades de que cuatro o cinco tipos corran más que todo un pelotón organizado y con mala leche son ínfimas. Pero si por ingenuidad o por rentabilidad (unos minutos de tele para el patrocinador siempre vienen bien), quedan valientes que se lanzan a la aventura, todavía tienen que enfrentarse a una decisión más difícil: ¿colaborar y tirar, gastando unas fuerzas que pueden ser necesarias al final, o ir a rueda, aunque eso suponga menos posibilidades de éxito para la fuga?
Hoy cuatro locos se han lanzado (para qué negarlo, no conocía a ninguno) e increíblemente han tenido éxito: etapa para Dumoulin y maillot amarillo para el joven francés Romain Feillu. O sea, ¿que el ciclismo no es matemática? Por supuesto que no, pero sí que tiene mucho de lógica. A los cuatro escapados les ayudó que el equipo del líder, el Caisse d'Epargne, le interesara poco mantener un primer puesto de alquiler (casi seguramente lo iba a perder hoy, en la contrarreloj, así que, ¿para qué gastar las fuerzas de los compañeros?). Y sobre todo les ayudó a que las cosas importantes se cocieran atrás: a 26 kilómetros para la meta, la caída del español Ángel Gómez partió el pelotón en varios grupos y el centro de atención pasó a ser la general más allá de la etapa. El primero de esos grupos, con Valverde, Evans y Pereiro, llegó a meta perdiendo unos dos minutos; el grupo de Menchov y Riccò lo hizo 50 segundos más tarde. Poco quizás (sobre todo porque en el pelotón del líder no se tiró a muerte), pero un aviso frente a futuros despistes.
Y para acabar un dato más sobre lo mucho que se parecen las etapas llanas a una partida de póker: Paolo Longo Borghini ha sido quien más ha tirado en el grupo de escapados, encabezando la formación un 36% del tiempo. Casualmente, ha sido el cuarto en llegar. Dumoulin ha sido el tercero a la hora de tirar (21%), pero acabó ganando. ¿Casualidad?

3 comentarios:

  1. Aguantar una fuga practicamente desde el principio, es algo que se ve muy poco. Sin duda le convenía al pelotón, ya que llegaron a sacar mas de 13 minutos.

    Eso si, siempre tiene que ser cautelosos. Recuerdo que dejar fructificar y hasta ayudar una fuga le costó muy caro a Pereiro en el 2006.

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  2. gracias mau por todos los comentarios! realmente no suelen llegar muy lejos estas escapadas y menos al principio del tour, cuando los sprinters están más "insatisfechos" y con más fuerzas. habrá que ver qué pasa hoy.

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  3. La cosa es que creo que la mayoria nos sentimos emocionalmente unidos casi siempre a los tipos en fuga, ¿tendra que ver aqui que en España pocas veces hemos tenido especialistas en sprint, y eso significaba no ver ganar a compatriotas? Uno de mis mejores recuerdos del tour son victorias de gente como Chozas, que tipo...

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