lunes, 30 de junio de 2008

la final en liverpool


Si hay una ciudad en Inglaterra cercana a España, ésa es Liverpool. La imagen de Fernando Torres por todas partes roza lo cansino y casi compite con la de los Beatles. Cualquier scouse tiene en su mesita de noche una estampita con Reina, Rafa Benítez o Arteta, así que vivir la final de la Euro 2008 (marca registrada) en la ciudad del Mersey podía ser una emocionante alternativa a verla en España o en Austria.
Lo malo es que los españoles más famosos de Liverpool (los futbolistas) estaban en ese momento en Viena, lo que unido al hecho de que a las seis la gente aquí suele estar ya en su casa (y eso que ahora anochece más allá de las diez), hacía que el ambiente por las calles fuera nulo (por las calles, porque los pubs con karaoke a esas horas están atestados -literalmente- de gente de más de 50 años disfrutando en plan quinceañeros).
Así que, armado con mi (flamante) camiseta del Nottingham Forest (era lo más rojo que tenía), me fui para el centro de la ciudad en busca de nuevas emociones y sobre todo, de un bar con gente decente. Pero en el camino encontré una mejor solución: en Clayton Square, una pequeña plaza en el centro al lado del pirulí de Radio City, han instalado una pantalla gigante, que por suerte estaba emitiendo la señal de la BBC y el pre partido.
No había mucho más que pensar: no iba a encontrar una pantalla más grande y más barata en otro lado. Claro que el ambiente no era el de las multitudes que se debían estar amontonando en cualquier ciudad española, porque apenas me acompañaban un señor con chaleco reflectante, dos chicas españolas, algún turista japonés que se paraba a mirar y un par de Superlambananas (ya hablaré de este concepto otro día). Pero no me hacía falta nada más para ser feliz: fútbol, un tamaño de imagen acorde con mi vista, un sitio para sentarse y una temperatura razonable (quizás faltaba, eso sí, un vasico de horchata o Choleck).
Todo iba bien (descontando alguna internada de Lahm) hasta que como al cuarto de hora, la emisión se cortó y empezaron a poner anuncios de lo que mola ser capital cultural europea. Lo bueno se había acabado pronto y había que buscar un bar... y rápido. Y claro, existía un bar con un reclamo irresistible para atraer spaniards: el Yate's de Queen Square, que había colocado estratégicamente banderas españolas y vendía San Migueles a destajo a sólo una libra. A esas horas, obviamente, apenas quedaban sillas libres y tuve que ver la pantalla con un escorzo que ya le habría gustado a Tintoretto, ¿pero qué importaba cuando casi todo el bar gritó el gol de Torres y los españoles nos mirábamos con una sonrisa cómplice?
Durante el partido, como en España, en las calles de Liverpool no había un alma. El problema es que tras el partido, tampoco. Uno iba paseando feliz, con ganas de gritar y saltar, pero ni siquiera había gente para sentirme en ridículo. Por lo menos, pude compartir un largo abrazo con una Superlambanana: no hay amigas como ellas y a españolidad no les gana nadie.

3 comentarios:

  1. Que grande chimo con tu camiseta del Forest (estas de lo mas elegante), ya veo que no lo pudiste celebrar en exceso, pensaba que en verano las ciudades inglesas se animaban mas.

    ¿para cuando tu reportaje de Nottingham?, me tienes impaciente y muchas gracias por las fotos, las tengo bien guardadas.

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  2. jaja que genio ;)

    Jo pues podías haberte pillado un charter a España para la ocasión ... si vieras la que se montó en Málaga (y Madrid, y Barcelona, y Salamanca, y ...)

    Un abrazo Chimo!!

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  3. Asi, asi me gustan a mi las ciudades, tranquilitas, con la vida nocturna de un cementerio...:-)

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