martes, 23 de enero de 2007

pasados que siempre vuelven


Los muertos (es decir, el pasado, la historia) son un poco como Pamela Anderson: si los entierras mal, se enfadan, se escapan de sus tumbas cada cierto tiempo y se dedican a molestar a los vivos. Cuando se quiere pasar página de un pasado traumático sin establecer ciertas responsabilidades y un cierto relato histórico mínimamente riguroso, este pasado se presenta cada cierto tiempo ante sus herederos como una carga incómoda que muchos quieren ignorar. En España esto se sabe bien: cada vez que sale a la luz el tema de cierta guerra y cierta dictadura, o bien se recurre al discurso de "no abrir viejas heridas" o bien las versiones que se cuentan son abiertamente opuestas.
Argentina, que no ha tenido precisamente una historia de paz y amor en los últimos 50 años, ha visto estos días cómo uno de esos pasados incordiantes volvía a salir de su tumba. Esta vez no se trataba de los militares asesinos de la dictadura del 76, sino de los responsables del tercer gobierno peronista. Pero el antídoto de los que se sienten amenazados por la revisión del pasado parece ser universal: en este caso han sido los sindicalistas peronistas de la UOM (uno de los más importantes e históricos) los que han usado el discurso de "aquí no pasó nada y si pasó algo no lo queremos saber" y han llenado el centro de Buenos Aires de pegatinas con el lema "no jodan con Perón".
Desgraciadamente el tiempo no cura las heridas del pasado. Por más que se quiera echar la vista a un lado, la historia mal enterrada siempre sabe salir de su tumba.

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