miércoles, 6 de diciembre de 2006

adiós al mercado

Nota previa: éste no es un post en contra del liberalismo económico

Ya no queda nada, y no sólo físicamente, quizás para muchos ni siquiera queda el recuerdo de lo que fue el Mercado del Plà (o Mercat del Plà) de Elche. Donde antes se levantaba majestuosa e imponente su figura de hormigón armado (y bien armado, ya que se debieron gastar el presupuesto de cemento de varios años), ahora sólo queda un inmenso vacío y la capa de asfalto de un aparcamiento provisional. Cierto es que el solar será usado para construir viviendas de protección oficial y oficinas públicas, así como un pequeño jardín, pero el inmenso vacío actual no deja de ser una pequeña metáfora de la incomprensión hacia lo diferente.
Porque el Mercado del Plá no dejó de ser nunca un edificio incomprendido, supongo que desde su misma construcción, ya que resultaba extraño y diferente y (debo admitirlo) seguramente no debía ser funcional como lugar de intercambio de comestibles. Y, sin embargo, a pesar de todo, era el símbolo de una época donde el progreso y la modernidad se asociaban al hormigón y a las formas vanguardistas. Y era ese carácter único y completamente alejado de cualquier construcción similar en su ciudad lo que le daba un cierto tipo de belleza, que como le ocurre a la cerveza negra o al fútbol italiano, quizás era difícil de captar a la primera mirada.
Más allá de lo que puede ser anécdota, las dudas se pueden hacer más abstractas: ¿cómo se expresa la idea de modernidad? ¿qué separa lo bello de lo horrible? ¿hasta qué punto podemos destruir una parte de nuestro pasado, de nuestro paisaje y nuestros recuerdos? ¿dónde acaba mi sinceridad y empieza mi ironía en este texto?

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