vino (y arrasó)

Hay tipos que cuando, en la típica discoteca del típico viernes/sábado, la posible conquista femenina les dice que no (con mejores o peores palabras), se alejan y no vuelven a intentarlo. Otros ni siquiera llegan a tanto: simplemente ni se atreven a hablar por miedo a un rechazo.
En el otro extremo se encuentran algunos que insisten e insisten, por muchas negativas que se interpongan en el camino. Para algunos son unos pesados (o peor aún, unos maniáticos), para otros, gente que no renuncia a lo que quiere. Al final, si les va bien, consiguen a la chica. O en el peor caso consiguen una orden judicial que no les permite acercarse a la susodicha a 500 metros.
Vinokúrov, el kazajo ganador de la Vuelta, está entre esos tipos que insisten e insisten, atacan y atacan, sin que se sepa muy bien de dónde puede sacar tanto derroche. A veces no lo consigue: no lo hizo en los Tours (los que le dejaron participar) con Armstrong, a pesar de que al americano se le ponía de corbata (uno solo, obviamente) con cada ataque. Pero en esta Vuelta sí lo ha logrado, atacando a Valverde (otro grande) cada día, hasta que finalmente el murciano cedió.
Ojalá sea el comienzo de mejores tiempos para el ciclismo, porque este año lo hemos pasado bastante mal los que nos gusta el ciclismo: un poco más y el Tour lo disputan la madre y la abuela de Manolo como favoritos (aunque la verdad es que habría sido divertido ver a la madre de Manolo escalando las 21 curvas de Alpe D'Huez persiguiendo al padre del Verdu escapado). Pero no perderemos la esperanza (aún) con kazajos como Vino.


Por cierto, que el próximo domingo se disputa el Mundial en Salzburgo. ¿Homenaje a Rafa y Manolo?