En cambio en Occidente nos ha pegado más por pensar que el tiempo es algo lineal, que no existe eso del eterno retorno y que todo es una novedad absoluta.
Algunos indicios (cada vez más) deberían empezar a cambiarnos esta forma de pensar. A estas alturas deberíamos intuir que ciertas cosas se repiten constantemente en un bucle sin fin: sin ir más lejos, la llegada de la canción del verano, el posado en la playa de Ana Obregón o (el caso que nos ocupa) la derrota del Madrid en la Champion's.
Y es que, como viene siendo habitual en los últimos tres años, el Real Madrid ha comenzado su participación en la Champion's League (Liga de Campeones, vamos) con una derrota impactante, ominosa, mediática, sensacional, humillante, vamos, que de todo menos pírrica. Ya ocurrió hace dos años en Leverkusen (3-0), resultado que se repitió la pasada temporada contra el Olympique de Lyón (o Lyonnais). Este año, 2-0 contra este mismo rival en un horrible partido de los blancos (al parecer Cannavaro no era él, sino el doble que lo sustituye en las escenas de riesgo).
Dicen los que saben que el Madrid ha perdido el rumbo desde hace unos años y eso que ha intentado enderezarlo con soluciones de todo tipo: en Leverkusen se regía por el principio de la atávica y testosterónica furia española personificada en Camacho; el año pasado tenían a Luxemburgo y su cuadrado mágico nunca comprendido, este año toca il sargente [sic] Capello. Soluciones diferentes, opuestas, mismo rumbo errático. Quizás lo único que pasa es que el Madrid está atrapado en un tiempo circular.
Por cierto, ¡qué grande la portada del Marca del día anterior al partido! Como diría mi amigo Rafa: "sí, con la ley en la mano no les han metido 2"
No hay comentarios:
Publicar un comentario